Cuentos

Azul aburrido

Los colores tenían muy claro el lugar que ocupaban por una simple razón: jamás se lo habían cuestionado. Azul, sin embargo, se lo preguntaba a todas horas. ¿Cómo sería un árbol lila? ¿Y un perro amarillo? Una vez se lo comentó a uno de sus compañeros, pero este no tardó en ridiculizarlo y aconsejarle que no pasara tanto tiempo en el cielo, pues hacía que solo viviese absorto en sus ensoñaciones. Azul se sentía insatisfecho y le entristecía no poder …

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Era la víspera del décimo aniversario de Miguel, y como a cualquier niño, le encantaba celebrar su cumpleaños. Diez años no eran cualquier edad. Sin embargo, eso no era lo que más le entusiasmaba, sino la promesa que le había hecho su madre: le desvelaría el secreto de las flores de asfalto. Un secreto guardado con el mismo recelo que un truco de magia. Todo empezó un día paseando por la calle en el que vio una flor blanca brotando …

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La margarita de Paula

Cuando Paula pasa por delante del parque siempre ve un montón de niños y niñas deshojando los pétalos de las margaritas. – “Me quiere…”–dicen algunos sonrientes. –“No me quiere…”–dicen otros tristes. A Paula le gusta mucho Lucas, un niño de su clase. “Con los pétalos de las margaritas sabrás si te quiere o no” – le dice su amiga Noa. Paula va al día siguiente al campo de margaritas. Cuando mira la hierba, las caras amarillas se ven más tristes …

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Pétalos de colores

Lula tenía un trabajo muy importante. Probablemente, uno de los más importantes del mundo entero. Cada  veintiuno de marzo transitaba todos los senderos con un enorme ovillo a cuestas. Por supuesto, no se trataba de un ovillo cualquiera. Era verde y de sus hebras nacían flores de todos los colores. Con cada uno de sus pasos, Lula tejía los caminos secos y tristes del color de la primavera. En un tramo del sendero algo se le atascó en una de …

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El monstruo que no tenía corazón

Nadie sabía qué era ni de dónde venía. Solo que, desde que llegó, se había encerrado en la librería del pueblo y no había vuelto a salir. Por lo visto le encantaban los cuentos infantiles, pues pilas de ellos asomaban por las ventanas y sus carcajadas se oían a varias manzanas. A veces, incluso, hacían retumbar los cristales de las viviendas que había alrededor. Un día un grupo de niños se acercó a curiosear. Sin embargo, cuando el monstruo (así …

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¡Dónde está mi nariz!

Al final de la avenida Olfato vive la familia Vélez. El suyo es un edificio muy particular: Es de color rosa y tiene forma de nariz. Por si esto fuera poco, su aspecto cambia a lo largo del año: en verano le aparecen pecas por el sol. En invierno, debido al frío, su punta se vuelve roja como una cerilla. El portero es el señor Espinilla, un hombre bajito y calvo. Tiene una voz muy aguda y su cabeza tiene …

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¿Quién es el ladrón?

¡Otra vez! Mamá me grita porque dice que tiendo mal la ropa, pero yo me he asegurado de colocar cada pinza bien apretada y, aun así, han desaparecido tres calcetines. Ayer fue el babero de Carlota y la semana pasada el pantalón de deporte de papá. He decidido que de hoy no pasa. He ido al baúl de los disfraces a por la pipa y el abrigo de detective de papá. Me va un poco grande y arrastro un palmo …

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Los pintacielos

Mi pequeña Lucía, Sé que estás triste y confundida. Tu madre te dirá que marché porque tenía un corazón tan grande que no me cabía en el pecho y ya no tenía sitio para seguir latiendo. Y no le falta razón. Pero ya hacía tiempo que los pintacielos venían a verme cuando dormía. ¿Te acuerdas de que siempre me preguntabas por qué el cielo es azul cuando pasábamos por el parque de vuelta al colegio? ¡Pues ya lo he descubierto! …

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Jimmy o la hoja que no quería caer del árbol

Jimmy era una alegre hoja de fresno que vivía en una ciudad al norte de Europa. Era una de las hojas más altas del árbol. Disfrutaba de las bonitas vistas, viendo a los niños correr tras la pelota o comer un delicioso bollo en forma de lazo llamado brezl. De todos ellos, tenía especial afecto por Klara, una niña de apenas unos 6 años, de pelo rojo y piel pecosa, que iba a jugar al parque con su abuelo cada …

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¡Por los pelos!

Una de las cosas más particulares de la abuela era su increíble peluquín rojo. Se lo tocaba constantemente para asegurarse de que estaba bien sujeto. Si tenía alguna duda, solo necesitaba medio bote de laca para que no se moviera de su sitio. Olía fatal. Sólo se lo quitaba para dormir y lo dejaba en un cojín de satén que tenía en su mesita de noche. Cuando se acercaba a besarnos teníamos que contener la respiración. Un día, mi hermano …

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