Voy a iniciar este apartado con la reseña del libro Jim Botón y Lucas el maquinista, narrado por uno de los mejores escritores de literatura infantil y juvenil del siglo XIX: Michael Ende, autor de obras mundialmente conocidas como Momo (1973) o La historia interminable (1979).
Nacido en Bavaria (Alemania) el 1929, empezó a escribir algunos de sus primeros relatos infantiles y juveniles a principios de los años 50. La fantasía que refleja en sus obras viene en gran parte influenciada por las creaciones artísticas de su padre, Edgar Ende, pintor surrealista. Lamentablemente, sus obras no vieron la luz en la mejor época, ya que fueron condenadas como “degeneradas” por el gobierno nazi y se prohibió su exposición.
Volviendo al tema que nos concierne, las aventuras de Jim Botón son un clásico en la literatura alemana. En ellas se narra la vida en Lummerland, un país muy pequeño en el que viven la señora Quée, el Rey Alfonso Doce-menos-cuarto, el señor Manga, Lucas el maquinista y por supuesto, la simpática Emma, la locomotora que acompaña a nuestros protagonistas en sus aventuras.
En Lummerland la vida es muy tranquila hasta un día en el que llega un paquete misterioso. Ese paquete contiene algo (o alguien) con lo que empezará la historia. A partir de ahí los engranajes de la fantasía se ponen en marcha, dándonos la oportunidad de ver a la locomotora Emma navegar igual que un barco o de conocer a Tur Tur, un misterioso gigante que vive en el desierto.
Lo que me ha gustado especialmente de esta historia es la diversidad que hay en ella y la amistad que se va tejiendo entre las culturas que aparecen.
Además, evoca muchas otras reflexiones importantes, como el no juzgar a nadie por su apariencia o el respetar las decisiones de los demás, incluso cuando no estamos de acuerdo con ellas. Transmite de manera muy dulce el significado del amor y la amistad, el apego y la nostalgia del hogar, así como esa complicidad que se genera entre los personajes capaz de atravesar la frontera tras la que nosotros, los lectores, nos encontramos.
La segunda parte de este libro es la de Jim y los trece salvajes, pues aunque inicialmente fue pensada como una única novela, el editor de Ende le aconsejó dividirla en dos, ya que sino se hacia demasiado extensa para el público infantil.
Además, resultó ganador del premio alemán de literatura infantil en el año 1960, después de ser rechazado por una docena de editoriales. Así que como veis, un rechazo editorial no significa que la obra no tenga buena calidad literaria. A veces, son muchos otros los motivos que llevan a desestimarla.
Os animo a sumergiros en este maravilloso mundo, ya que aunque este categorizada para pequeños lectores de a partir de 9 años, la fantasía no entiende jamás de categorías ni de etiquetas, sino que está a disposición de cualquiera que quiera pasar un privilegiado rato con ella.